sábado, 2 de agosto de 2008

BENITO SCOLARI


En el mundo del vicio, la perversión y el crimen organizado Benito Scolari no tenía igual. Los demás capos mafiosos de la nación no le hacían sombra y le respetaban por diversas razones. Había conseguido una especie de paz entre bandas y organizado el mundo criminal de tal forma que todas las bandas se llevaban su parte, por eso muchos de sus antiguos enemigos encarnizados ahora redían culto a Don Benito.

Pero Don Benito había muerto y el mundo paralelo de las mafias se vio conmocionado. Los Jefes de las demás bandas se vieron en una tesitura difícil: con Don Benito muerto, ¿quién mantendría la paz, la unión y el respeto entre camaradas criminales?

Quizás la respuesta fuera Fionna Marcesani, viuda del fallecido Don Benito. Conocida como La Artificiera por las bombas que hizo explotar matando a varios representantes del antiguo gobierno de Mussolini , allá en los años de la dictadura.
Se había convertido en madre de los hijos de Don Benito, cocinera personal de Don Benito, y asesora criminal de su banda.
Muchos le atribuían los logros de Don Benito, pero muchos le culpaban por su muerte.
Versión oficial de su muerte: mala caída patinando sobre hielo… Cuanto menos, sospechoso.

La situación que se planteaba era la siguiente:
Cinco y veinte de la tarde. Se había preparado una gran recepción en la mansión de la familia Scolari para rendir los últimos respetos al capo más pacífico, unificador y respetado que jamás hubiese pisado la nación.
Todos los demás jefes habían venido con sus mujeres e hijos para demostrar el verdadero respeto que sentían por el gran Benito Scolari.
Su cuerpo, vestido con un traje blanco tumbado en un ataúd también blanco(lo cual le daba un aspecto divino) al frente de una gran sala de la mansión, que usaba regularmente para sus estilosas fiestas y cocktails que nunca más disfrutaría.
Fionna, la viuda artificiera, vestida de negro al pie del ataúd hablaba silenciosamente con el cadáver…


-Benito… Benito, Benito…
No es justo Benito.
Éste no era el plan Benito. Te has adelantado al plan estúpido patán.
Con todo lo que hemos construido con sudor, sangre, tiempo y paciencia.
La gente te respetaba. Te creían y hasta te querían. Esa gente realmente pensaba que eras su dios.
Todos ya me conocían y muchos me habían empezado a respetar. Me habían empezado a considerar su reina así como tú eras su rey. ¡Pero no todos, y muchos no es suficiente!
Solo te pedía tiempo Benito. Tiempo en que habrías vivido feliz, habrías comido bien y todo hubiera sido como hubieras querido. Habría sido como vivir en el paraíso, amado…

Con el tiempo habrías caído enfermo y ningún médico hubiera sabido qué tenías, solo que era grave y terminal.
Te habrían dado seis meses de vida en los que te habrías dedicado a organizarlo todo perfectamente para tu sucesión.
Es aquí cuando, gracias a tus palabras, yo hubiera ganado popularidad, respeto y confianza. Todos te creen a ti Benito querido.
Después de seis meses habrías muerto con una sonrisa en la cara y en la cama, una muerte de lo más dulce, sabiendo con seguridad que el castillo de naipes que habías construido con tanto esfuerzo no se desplomaba irremediablemente sino que, gracias a tu amada esposa, Fionna Marcesani, tu imperio seguiría en pie.
Pero noooo, no podía ser así… Estornudaste y cayeron todos los naipes uno a uno y amontonados en la mesa quedaron las barajas que habías utilizado, las barajas que los dos habíamos utilizado.
¡Teníamos que rememorar tu infancia en el dichoso lago donde patinabas de niño! ¡Lo que nunca me dijiste era que nunca habías aprendido a patinar estúpido patán!
Diez segundos duraste recordando tu infancia:
Allá voy, a ver si me acuerdo de esto, mírame soy una bailarina olímpica fueron tus últimas y patéticas palabras…
¿Ahora qué, inútil? ¿Qué voy a hacer? Nunca me aceptarán como te aceptaron a ti, como controlador todopoderoso de las bandas criminales de la nación. Incluso hay muchos de ellos que realmente piensan que yo te maté. Seguro que los muy estúpidos nunca lo hubieran sospechado si todo hubiese sido como planeado y si te hubiese matado, querido. Esos estúpidos cabeza huecas no soportarían que una mujer les mandase, así, tan de repente.

¡Solo hacía falta tiempo Benito, solo insignificante tiempo, de lo que hasta el más pobre de entre los pobres dispone!
No me dejas otra opción esposo mío…
Nunca me ha gustado improvisar, me gusta la buena organización, como a ti, pero la reina del crimen ha de saber de todo y creo que te lo voy a demostrar.

Francesco, Rino, Giussepe, Marcello… Han venido todos…
Han venido todos amado. Todos te respetan tanto que como muestra han venido con sus mujeres e hijos. Esto representa el poder que tenías; el poder que tendré…

Se acerca el momento Benito…

En exactamente dos minutos y medio me iré apenada de este lugar y cogeré un coche para alejarme de mi pasado rumbo a un futuro mejor como la reina todopoderosa del imperio Scolari.
En exactamente cinco minutos y medio el temporizador que llevas en el bolsillo del pantalón accionará una chispa que reaccionará con los 40kg de Trinitrotolueno que hay embutidos en tu cuerpo sustituyendo tus órganos blandos, y saltaras por los aires, llevándote contigo al cielo a todos tus amígueles y a sus familias.

La verdad es que es un plan perfecto; y me has quedado muy bien… Soy una artista. No puedo negarte que hoy, Benito mío, estás más guapo que nunca.
En fin Benito, éste es nuestro adiós. Todo podría haber sido diferente y más fácil pero que se le va a hacer, la vida está llena de improvistos.
Solo espero que ahí arriba patines como una verdadera bailarina olímpica y todos te alaben…

Es la hora…

¡Ah! ¡Y no te confundas Benito mío! ¡yo siempre te he querido y siempre te querré…!
¡Ciao amore!


D.G.F.

PARADISSO 2.0



Era la primera vez que montaba en un cacharro de esos. Son increíbles. Todos esos botoncillos, esas palanquillas y esas lucecillas… Es como estar en una de esas películas de ciencia ficción de los años setenta.

-En breves momentos aterrizaremos en la base lunar de Paradisso 2.0. Por favor, permenezcan sentados y con sus cinturones de seguridad abrochados hasta que la nave se detenga por completo.- dijo una suave voz femenina por la megafonía de la nave.

¡Ya estaba cerca! Nunca pensé que acabaría viniendo, pero la verdad es que encontrar trabajo en la Tierra era cada vez más complicado y, cundo lo encontrabas, los sueldos eran tan míseros que rara era la vez que llegabas a fin de mes sin sufrir lo insufrible.

Hubo un ligero meneo de la nave. Sonó un “¡ping!” y se apagaron unas lucecillas en el techo del transbordador.

-Bienvenidos a Paradisso 2.0, capital del Estado Lunar. La hora local es de las 12:05 del mediodía, la temperatura exterior es de -158ºC y disfrutamos de un sol excelente típico de esta cara de la Luna. Esperamos que el viaje haya sido de su agrado y deseamos volver a verle a bordo. En nombre de toda la tripulación de la nave les deseamos una buena estancia en Paradisso 2.0.

Me habían hablado mucho de la Luna y nunca pensé que finalmente viajaría aquí en busca de una vida mejor.
Salimos por la puerta delantera y avanzamos por un pasillo hasta llegar a una Terminal donde recogimos nuestras maletas. Luego una azafata de muy buen ver nos guió hasta un trenecillo que nos llevaría a la ciudad en sí. Me senté en un sitio con ventana. Al salir de la Terminal, el tren circuló por un túnel de cristal en la superficie lunar.
Quedé absolutamente asombrado al ver ese desierto gris tan inmenso. Era sobrecogedor. Solo se veía arena gris, rocas grises, cráteres grises y, en el horizonte, montañas grises. Aquí el cielo era totalmente negro y, aunque pegaba un sol de justicia, se podían ver más estrellas de las que jamás había visto. Alucinante pensé. Absolutamente alucinante.
El tren empezó a girar bordeando una montaña en forma de trapecio y, como no, gris. Detrás de la montaña, de forma repentina, apareció majestuosa, una semiesfera de cristal de un tamaño titánico que albergaba en su interior una modernísima ciudad de color gris metálico y blanco, con numerosos rascacielos con luces de todos los colores imaginables en sus vértices… Paradisso 2.0.
Era como uno de esos souvenir a los que das la vuelta y nieva sobre una pequeña Torre Eiffel o Big Ben pero de dimensiones absolutamente sobrecogedoras.
A medida que se iba acercando el tren a la gran burbuja de cristal pude diferenciar una primera fila de edificios blancos en forma de iglú con pequeños huertos a sus lados. Sin duda esta era la zona residencial. Había oído que en la Luna el problema de abastecimiento de comida se había solucionado con cultivos urbanos en los jardines personales de los residentes. Pasradisso 2.0 era autosuficiente.¡Viva la Luna!
Detrás de estos edificios bajos, otros bastante más altos en forma de pirámide con múltiples ventanas en todas sus caras y luces fluorescentes en sus esquinas. Los talleres lunares.¡Cuánto había oído hablar de ellos!
Detrás de éstos se levantaban otros edificios de entre unos treinta y cincuenta pisos, unos blancos y otros de cristal. Los blancos no tenían paredes entre piso y piso. Parecían más bien los esqueletos de rascacielos. Entre piso y piso pude diferenciar el color verde. Esto se debería al cultivo de las planta madereras, ornamentales y comestibles que me habían contado que cultivaban también,¡seguro! Las de cristal dejaban ver en su interior la infraestructura de lo sería un invernadero en la Tierra. No dejaba de alucinar. Todos estos edificios con sus correspondientes luces multicolor en sus vértices.
A sus espaldas se erguían majestuosos unos altísimos rascacielos de muy diversas formas. El más habitual era el de platillo volante gris sujetado por un gran cilindro del mismo color cubierto de ventanas y luces en toda su superficie. Estaba también el de forma de chupa-chups, el de forma de vela de barco, llama de fuego, gota de agua, palmera, orquídea y petaca. Todas con sus luces psicodélicas, ventanas gigantes, pinturas brillantes y un aura eléctrico a su alrededor que les hacía parecer edificios divinos. Este sería el centro neurálgico de la ciudad. El complejo administrativo, económico y comercial de Paradisso 2.0.

Cuanto más se acercaba el pequeño convoy a la gran burbuja pude ver diversos carteles publicitarios llenos de neones de colorines y pantallas de plasma por varias zonas. Incluso pude distinguir anuncios donde salían personas vestidas con ese estilo tan de moda ahora en la Tierra:
poca ropa, ésta de colores blanco, azul y rojo, con cortes angulosos pero serenos. Grandes lazos o capas de color azul eléctrico a las espaldas y sombreros, gorras y peinados también angulosos y también azules. Esto si que era estilo y no su imitación en la Tierra.¡No podía esperar para comprarme mi primer conjunto!
Pero lo primero era conseguir casa y trabajo. Esto no iba a ser un problema ya que me habían informado que en Paradisso 2.0 había empleo total y que todos sus habitantes recibían una casa-huerto como parte de su sueldo. Esto sonaba totalmente como el paraíso. Una nueva vida en el paraíso, el sueño de cualquier persona de la Tierra. Y allí iba yo…

Todo habría sido perfecto. Yo habría sido un buen lunático. Habría sido feliz. Muy feliz.
Es terrible haber tenido la felicidad tan cerca y no disfrutarla. Me han puesto la miel en los labios, pero no estoy rabioso. La falta de oxígeno no me permite sentir rabia.
Los niños y los ancianos ya han caído. Solo quedamos unos pocos infelices demasiado agotados como para movernos ni tan siquiera para hablar. Solo nos acompañan nuestros pensamientos mientras nos asfixiamos en este minúsculo vagón de tren descarrilado postrado en la inmensidad del desierto gris frente a Paradisso 2.0.
Al menos puedo decir que la vista es maravillosa…