lunes, 26 de enero de 2009

jueves, 15 de enero de 2009

La Reina manda


El hombre del fondo no quiere morir hoy. Suda, tiene la boca seca, le late rápido el corazón, le tiemblan las manos.
El hombre más cercano siempre está dispuesto a morir pero nunca lo ha conseguido. Gracias a esto le ha perdido el respeto a la muerte y se gana la vida a su costa. Se encuentra tranquilo, tiene buen aspecto, incluso sonríe, no es un novato.
El hombre del fondo es un novato. Un “Nouveau déprimé” recién salido de una relación autodestructiva o algo que se le parezca. Esta triste y desesperado. Sigue sudando. Sigue temblando. No quiere morir hoy.
El hombre más cercano está en paz. Su aspecto delata un pasado duro, un pasado terrible, solo él sabe lo mal que le ha tratado la vida, realmente mal.
Se lanza una moneda al aire y la Reina Isabel II decide que comenzará el hombre del fondo.
Es leído el tratado que los concursantes han de respetar con las reglas del duelo y se presenta el premio que se llevará el vencedor. El hombre más cercano sonríe al oírlo, el hombre del fondo aún está afectado por el hecho de que le toque comenzar a él, ahora suda más profusamente, carraspea nervioso y tiembla de forma exagerada. Le devuelve la sonrisa tímidamente al hombre más cercano, agita la cabeza y dirige la mirada a la mesa ante la que están sentados uno frente al otro.
Es traído el instrumento del duelo. Se ofrece al hombre del fondo el cual la coge tembloroso, la inspecciona y la devuelve dando su aprobación con una nueva sonrisa nerviosa y agitación de la cabeza. Se ofrece el artefacto al hombre más cercano que la rechaza y la aprueba con la cabeza.

“Hijo de puta. El tío este no tiene miedo. Seguro que esto está amañado. Donde cojones me he metido. Me he vuelto completamente loco. Mierda, ya no hay vuelta atrás. Me cago en mi suerte. Esto es una locura…
De todas maneras vivir de esta manera o vivir sin Kate es lo mismo. Mi vida ya no tiene sentido sin ti mi vida. No soportaría verte rehaciendo tu vida con otro gilipollas. Sé que no te merezco pero tú lo eres todo para mi. Soy patético y sin ti no soy nadie. Prefiero morir aquí, ahora mismo antes de intentar una vida sin ti, me moriría de todas maneras. He decidido que viviré de esta manera hasta que la muerte decida que me ha de llevar con ella, y ese día te darás cuenta de que todo lo que te dije era verdad de que yo nunca te miento y lo que tú te tomabas como amenazas no eran si no simples verdades sobre mi naturaleza: yo estoy echo para estar junto a ti. Si Dios es tan cabrón como para separarnos entonces lo que Dios quiere es que me muera. Pues escucha una cosa Dios, tu puta madre se va a reír de mi entiendes. Te desafío. Si, te desafío a que consigo sobrevivir mucho más tiempo del que te imaginas separado de Kate. Me enfrentaré a ti cara a cara y te venceré cabrón. No me has tenido respeto y yo ya no te lo tengo a ti. Otros te halagarán pero no yo, yo te repudio, te odio tanto como ahora odio a Kate. Os odio a todos, por no respetarme, por tratarme como una mierda, por convertirme en lo que soy. Odio al hijo de puta al otro lado de la mesa y a todos los que se han reunido aquí para apostar por mi muerte. Nadie da un duro por mi, nadie me respeta. Hijo de puta te vas a llevar una gran sorpresa, te vas a tragar tus sonrisitas de chuloputas y tu puta paz interna, ¡payaso! Y todos vosotros morbosos maricones de mierda que solo queréis ver mi última humillación y de paso sacaros un dinerillo para gastároslo en whisky, puros y putas. En menudo mundo de mierda he tenido que nacer. Os vais a enterar todos. Os voy a demostrar de lo que soy capaz. Os voy a dejar a todos boquiabiertos. He retado a Dios y le voy a vencer, vais a ser todos testigos, todos vosotros vais a comeros vuestra mierda de mundo porque voy a vencer, voy a vivir y seguiré viviendo. Kate observa esto mi amor…”

El arma se carga. Solo una bala. Se revoluciona el tambor. Suena el característico “click,click,click” unos segundos hasta que deja de hacerlo. Se ofrece el revolver al hombre del fondo. El hombre más cercano mira a los ojos y sonríe al hombre del fondo. El hombre del fondo, que ya no suda, que ya no tiembla, le devuelve una gran sonrisa al hombre más cercano, coge el arma y coloca el cañón sobre su sien.
- ¡Comeos esta cabrones! - dice el hombre del fondo.
El hombre más cercano no deja de sonreír.
El hombre del fondo aprieta el gatillo, salen disparados sus sesos contra la pared a la derecha y cae fulminado contra la mesa aun con una sonrisa estúpida dibujada en la cara. Hay unos segundos de silencio.
El hombre más cercano se levanta y le es entregado un maletín negro. Se marcha y empieza el murmullo del público.
El hombre del fondo esparce su sangre sobre la mesa. No quería morir hoy.


D.G.F.