martes, 1 de diciembre de 2009

El cadáver exquisito


1
Su belleza solo era comparable al de un cadáver putrefacto lleno de gusanos asomando por sus partes abiertas. Era su novia y él la amaba.
2
Bellas mujeres con el pelo cardado, rubio a ser posible. Trajes de baño minúsculos de colores vivos, se permite la lentejuela. La braga del bikini ha de llegar casi hasta las axilas. Quizás se pueda llevar una chaquetita torera pero nunca sin hombreras y siempre desabrochada. Yo siempre quise ser un malo de los que salían rodeados de estas mujeres. Solían ser unos seres corruptos, sin escrúpulos, solían vestir de blanco y los jeeps de sus secuaces sanguinarios volcarían saltando por los aires con un tirabuzón hacia la derecha mientras persiguiesen la furgoneta del Equipo A.
3
Me la quedé mirando mientras montaba mi sierra eléctrica. Pensé en lo rojo que se pondría el traje blanco que llevaba. Miré después hacia la piscina donde flotaban cinco hombres fornidos y desnudos. Pectorales y abdominales perfectos. Un calzón minúsculo les cubría las partes. Todo era demasiado bello. Pronto dejará de serlo pensé mientras arranqué la máquina.
4
No solíamos quedar nunca. Nos arreglaríamos en casa. Nos pondríamos nuestros vestidos rotos y chupas sin mangas y con hombreras. Nos cardaríamos el pelo, pintaríamos los ojos de azúl y amarillo, los labios de negro, nos calzaríamos las plataformas y nos iríamos encontrando todos allí en El Via Láctea. En realidad éramos cuatro gatos, no era lo que hoy pensamos que fue.
5
Sonó el móvil, me levanté y contesté dejando la sierra apoyada en la pared. Era Alicia. Curiosamente me pidió la sierra que estaba a punto de utilizar. Le dije que se lo prestaría cuando acabase de utilizarla. Podé los setos del jardín. Metí después la sierra en la furgoneta y conduje a casa de mi novia.
6
San Francisco es una ciudad estupenda para las persecuciones por sus empinadas y consecutivas cuestas. El tranvía nos dará un toque especial además de hacernos de un obstáculo formidable. Por sus calles los coches saltarán en un estricto orden uno después del otro. Comenzaremos con ocho coches de policía (los más cuadrados que tenga) persiguiendo a un Mustang negro. Iremos perdiendo tapacubos en las curvas y algún que otro coche de policía en los cruces. Iremos soltando parachoques y faros en los aterrizajes. Un coche de policía chocará con un tranvía. El Mustang escapará del detective que va en el último coche de policía saltando por un puente levadizo siendo izado. Pero al otro lado se encontraría con la con una furgoneta GMC Vandura negra con una raya roja pintada en cada uno de sus lados.
7
En el otro lado de la linea sonó mi amigo policía mientras la sangre aún caía por la sierra. No le dije nada, no me atreví. Miré a Alicia. Luego miré el grotesco escenario, la sangre, las vísceras, las moscas. Volví a mirar a Alicia. “Se ha cometido un crimen” dije por el teléfono.
8
Los buenos siempre han de ganar. Las muertes no han de ser retratadas. Las balas son infinitas. Las mesas de madera son antibalas. No debe de salir sangre, la mínima posible. Los pelos, cardados. Los bigotes, poblados.
9
No la encontraba bella. Sabía que era fea pero era perfecta para él. En toda su juventud solo había salido con las mujeres más guapas. Pero había cambiado la belleza superficial por la belleza interior. Y en eso Alicia no tenía competidora.
10
Comencé por la bella mujer de blanco. Primero la cara. Los labios, las orejas, los dientes. Mira que guapa te ves ahora. Hay que mejorar esa tripita lisa que tienes. También esas piernas perfectas. Me da mucha pena que se te manche el traje blanco tan bonito que llevas. Ya me encargaré de los hombres despueś, les borraré esa belleza estúpida de la cara...
11
Aparqué mi GMC Vandura (réplica de aquella de la mítica serie El Equipo A) en la entrada de casa de Alicia, mi novia, la mujer más fea del pueblo y tambien la más especial. La amo con locura y haría cualquier cosa por ella. ¡Y mira que es fea la jodía! Cogí la sierra de la parte trasera y se la dejé. No pregunté para qué. Me fui a trabajar.
12
Después de un duro día de trabajo combatiendo narcos, secuestradores, políticos corruptos, persecuciones a tiros y demás a uno le entra sed. Iríamos a casa en la fugoneta de M.A. Hablaríamos de ver a nuestros amigos y tomar una cerveza con ellos y contarles la jornada. Nunca quedábamos con ellos. Nos arreglríamos, nos cardaríamos los pelos, nos pintaríamos los ojos y los labios y saldríamos para encontrarnos con todos en El Via Láctea de Malasaña.
13
“Alicia, corre. Desaparece. Mi amigo policía está viniendo para ver lo que podemos hacer. Quiero que te escondas bien para que nadie te encuentre. Quiero que sepas que todo está bien. Yo estoy contigo mi vida. ¡Corre, preciosa!” . Fueron las últimas palabras que Alicia me escuchó decir. La encontraron la mañana siguiente en su casa sin vida. Los que la encontraron pensaron que llevaba semanas muerta.