domingo, 12 de julio de 2009

Comando Tempus

Les gustaba flipar a la gente, eso es lo que hacían para vivir y la verdad es que no les iba muy mal.
Baltazar caminaba por la estación de metro poniéndose un casco plateado, a su lado Felipe avanzaba con una especie de radar en la mano, vestido con algo que parecía ser un traje de buceo de color blanco, unos guantes plateados igual que su casco y unas gafas espejadas, detrás Candelaria vestida igual y con un paraguas en una mano, también plateado y una especie de transmisor en la otra. Así entraron al metro y comenzaron a correr por los vagones observando hacia todos lados mientras Baltazar gritaba:-Busquen la raja en el tiempo, busquen la entrada.-
La gente les observaba perpleja, algo atónita, siempre había alguien que reaccionaba mal, en especial los ancianos. Un joven se acercó y le preguntó a Candelaria que quienes eran. Ella respondió:-venimos del futuro, somos el comando especial Tempus y buscamos una falla en el espacio tiempo para regresar.- Tras esto continuaron corriendo y buscando algo que casi todos los pasajeros terminaron buscando también, aunque claro que todos lo hacían de forma disimulada. Nadie tenía claro qué pasaba ni qué hacían esos tres así vestidos buscando una rotura en el tiempo dentro del metro. Antes de llegar a la siguiente estación Felipe se sacó el casco, hizo una gran reverencia a la gente y comenzó a pasar el sombrero mientras Candelaria agradecía que les den una donación para continuar en su búsqueda del túnel del tiempo, tras esto bajaron del vagón.
Les encantaba armar diferentes actos surreales con los que hacer que la gente salga de su realidad para creer que existía otra paralela a ésta al menos por un segundo, y ellos tres las vivían todas de forma protagónica.
Esa tarde tras varias presentaciones se fueron a casa, vivían en un camping, iban y volvían en motocicleta y allí al aire libre diseñaban sus nuevas ideas para el día siguiente. Siempre juntos los tres, nunca se habían separado, habían crecido juntos en un orfanato y nadie les había adoptado porque siempre que les separaban comenzaban a actuar como desquiciados hasta que los devolvían al hogar de niños, la culpa de su forma de ser la tenían sus dos maestros, que siempre habían estimulado sus personalidades bohemias comprendiendo que ellos ya tenían familia porque se tenían mutuamente. Al terminar su estancia allí viajaron durante un tiempo vendiendo artesanías hasta que descubrieron que vivir era mucho más fácil que lo que la gente de traje y corbata creía, se sentían enjaulados en la ciudad viviendo dentro de una oficina, alguna vez intentaron adaptarse, pero finalmente crearon su propia realidad feliz y cotidiana, y era la que vivían desde entonces.
Habían hecho casi todo lo que se les había cruzado por la mente, una vez entraron al metro corriendo en ropa interior y bata, enjabonados como recién salidos de la ducha mientras insistían en que si alguien podía prestarles el baño porque les habían cortado el agua por impago. Con lo que ganaron en esa actuación se pudieron comprar una carpa más grande donde vivir. En otra ocasión Candelaria actuó de novia fugitiva mientras los chicos corrían tras ella exigiendo que vuelva al altar con ellos y que elija a uno de los dos. Y así sucedieron muchísimas otras situaciones surrealistas que para quien viaja en metro a las 8 de la mañana para ir al trabajo pueden llegar a ser incluso creíbles. Ellos estaban convencidos de que la gente estaba dormida y necesitaba ser despertada al menos un momento por un sacudón, pero nunca hasta ahora lo habían conseguido más que por un mínimo espacio de unos segundos, y en cada mirada era posible descubrir que de alguna forma los pasajeros anhelaban esa libertad y ese desapego desvergonzado que los tres actores demostraban tener hacia la sociedad convencional.
Baltazar propuso esa noche hacer algo en plan matrix, y pelear en el metro con seres invisibles, aunque Felipe quiso agregarle a ésto espadas láser o algo así ya que era bastante fanático de Star Wars, pero Candelaria mostrándose ahorrativa insistió en que podrían reciclar algunos disfraces y que comprar espadas láser sería algo inaccesible para ellos. Así entraron al metro, vestidos de negro y haciendo piruetas y coreografías tan dignas de un mimo profesional que parecía que luchaban realmente contra seres invisibles. Al abrirse la puerta del vagón Candelaria entró gritando “¡No conquistarán nuestro mundo malditos monstruos capitalistas!” mientras luchaba entre patadas karatekas contra alguien que de alguna forma terminó por estrangularla, así cayó al suelo. Detrás Baltazar se daba a la fuga de un ser invisible que lo cogió por el hombro y lo tiró al suelo. Mientras ellos dos luchaban de forma histérica entró Felipe y pateó a quien atacaba a Candelaria salvándole el cuello pero en medio alguien lo cogió por detrás y comenzaron a pelear frente a un anciano que se mostró indignado y sorprendido a la vez. Tras ello una mujer intentó ayudar a Candelaria que volvía a ser estrangulada por el maldito monstruo capitalista. Felipe grió “¡Son muy fuertes, ésto es muy raro, vámonos, huyamos!!!!”. Pero ni Candelaria ni Baltazar que en ese momento estaba tirado en el suelo con alguien encima que le hacía una llave le respondieron. Pasaron así luchando de vagón en vagón tres estaciones y ninguno se detenía a pasar el gorro y pedir la colaboración. Una mujer que los seguía de cerca comenzó a comentar que el morenito se estaba poniendo pálido, la gente los observaba sorprendidos y nadie comprendía la situación. Candelaria cogió a un hombre por el brazo y le pidió ayuda, pero éste sacudió su hombro para liberarse de ella y se limpió luego la camisa, tras ésto en un gesto incómodo se acomodó la corbata. A él esas chorradas no le iban, él estaba listo para ir a su reunión de empresa y esos jóvenes raritos obstaculizaban su concentración.
Felipe chocó contra una pared lastimándose de verdad, pero la gente continuaba estupefacta y sin reacción, la mujer comenzó a alterarse más y más diciendo que quizá iban drogados y había que ayudarles. De repente una anciana chilló y saltó sangre de su cara, pero no tenía a nadie cerca, y una niña señalándola dijo que el señor invisible le había dado a la vieja, mientras su madre cabreada la corregía por llamar a la mujer mayor de esa manera. Con Felipe desmayado y Baltazar azul porque una llave lo ahogaba sólo quedaba Candelaria sobreviviendo al monstruo capitalista, y ella no se daba por vencida mientras luchaba sin cesar, se estiró en un intento de ayudar a Baltazar pero entonces dos hombres invisibles más la cogieron por los brazos y el tercero le destrozaba el estómago a golpes. La gente comenzó a reaccionar cuando una mujer gritó que uno de los chicos no tenía pulso. Entonces casi todos entraron en pánico mientras la sangre brotaba a borbotones de la boca de Candelaria que se mantenía en el aire como sostenida por dos matones. En la siguiente estación las puertas se abrieron y al mismo tiempo en que toda la gente bajaba corriendo en pánico, los guardias de seguridad del metro intentaban entrar vanamente porque las puertas se cerraron, dentro del vagón los cuerpos sin vida de Felipe, Baltazar y Candelaria yacían en el suelo retorcidos entre manchas de sangre. La empresa de transporte prefirió mantener en secreto el caso, que trascendió como una pelea callejera entre tres jóvenes en las noticias de las nueve. Tras una semana nadie más habló del asunto.

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