domingo, 15 de marzo de 2009

Cindy

Madamme, puta y doble puta. Si. Ésa es mi familia. Yo digo que tengo una familia de puta madre y es verdad. Muy verdad. Yo respeto la elección profesional de mi madre y mis hermanas pero ellas no respetan que yo no me haga puta. Que ironía. Eso las hace, además de putas, zorras irrespetuosas. Somos una camada de puta madre…
Chulo, agresivo e irracional. Si. Ése es mi padre. Ya no vive con nosotras. Llegó a pegar a las mujeres por las que ejercía el proxenetismo, mi madre, mi hermana y mi otra hermana. La poli le echó de casa y el juez le impuso una orden de alejamiento. Mamá heredó entonces el negocio familiar. Podría contar que mi abuelo también fue chulo, como lo fue su propio padre. Pero eso es otra historia. Cosas de familia. Mi padre no quería que yo ejerciera la prostitución. “A ti te quiero salvar” solía decirme. Y me defendió frente a las zorras irrespetuosas. Y les acabó pegando. Y acabó en la calle, por mí. También espantó a más de un rollete con el que me veía por las discotecas, pero yo sabía que era para protegerme. Le quiero en el fondo. Le seguía viendo a escondidas ya que la orden de alejamiento también me afectaba a mí. Ahora le iba bien en un pisito en las afueras con tres señoritas a su cargo. “Como se te acerquen, las mato” me decía siempre. La verdad es que ya no me hacían la vida imposible como antes, ahora sólo me puteaban puntualmente, cosa que, dosificado debidamente, aguantaba sin problemas.
Pero la última putada no se la perdonaré. Me dejaron al cargo de la casa para decirles a los clientes que las señoritas estaban de tour, que hoy no mojaban vaya. No habría importado si no hubiese sido esa noche. La noche. La noche que Maximilian Park pinchaba en el Heaven. ¡Maximilian Park por dios! Mi Maximilian… Chulazo holandés, multimillonario, depilado hasta el ojo del culo. El mejor trance psicodélico del mundo. ¡Dios como me pone!
“Limpia, friega, tiende, cambia las sábanas” ñeñé ñeñeñé ñeñé, me dice mi puta madre, “que hoy vamos de tour para publicitarnos”. Y,¿a dónde? Al Heaven claro. ¡Putas zorras irrespetuosas!
Lo hacen adrede. Lo sé. Pero yo no tenía intención de quedarme toda la noche en casa mientras mi madre y hermanas se lo pasaban en grande con mi Maximilian y posiblemente le chuparan el rabo, “para publicitarnos, que siempre viene bien tener clientes multimillonarios”. Pero, para que mi Max le pague a mamá para que se la mame, mejor se lo hago yo, gratis.
Decidí marchar al Heaven. Fue entonces que me di cuenta que mami-madamme había cogido las llaves de mi coche, mi dinero y mis tarjetas para evitar esto mismo. Muy propio de mamá. Me inundó la rabia y después, la resignación.
“¡Ding-dong!”, sonó el timbre. Abrí la puerta resignada mientras decía “lo siento Madamme Mamen está de tou-” y antes de que pudiera acabar vi frente a mi a un morenazo con músculos de acero, ojos color esmeralda con mirada de malo de película y una boca hecha para comer fresas. Había alternativas. “¿Quiere pasar y ponerse cómodo?, enseguida estoy con usted”. ¿Qué queréis que le haga? No tenía dinero ni coche. ¿Qué mal haría una mamadita rápida? Además, me viene de familia. Necesitaba esa pasta y el tipo estaba bueno.
Lo único malo fue que nada de mamadita rápida, completo completísimo, diría yo. Y peor aun, el tío tenía la polla como un camión, nunca había entrado en mi nada tan grande, y no volverá a hacerlo, lo aseguro. Para rizar el rizo el tipo este era gimnasta profesional, con un fondo físico y resistencia que no conocía hasta el momento. Me había dejado escocida para todo un mes, pero pagó lo habitual y se despidió cordialmente hasta la próxima, como si de la peluquería se tratara.
“¡Taxi! A la discoteca Heaven por favor, cuanto más rápido, mejor.”
Una vez allí localicé a las zorras irrespetuosas para poder evitarlas en todo momento y para saber cuando salir pitando a casa y llegar antes que ellas y quitar el cartel de “Madamme Mamen está on tour, sentimos las molestias, lo compensaremos como mejor sabemos” de la puerta de entrada.
Mi Maximilian pinchaba Night Tiger, uno de mis temas favoritos y comencé a dejarme llevar. Una copa, dos copas, tres copas. Miradas como rayos láser dirigidos hacia los ojos de iris azul celeste y pupila omnipresente de mi Max. Una, dos, tres miradas, uno, dos, tres sonrisas de mi Max hacia mi. Lost in hyperspace, el tema de los temas. Maximilian Park dejó el vinilo girando solo, la multitud había cerrado los ojos, el éxtasis era general. Maximilian apareció a mi lado. Mis rayos láser hicieron blanco y él decidió sacar la artillería pesada. ¿Habéis oido hablar de la expresión morreador de las pistas? Eso es mi Max: me morreó, en la pista. Y yo me dejé sin dudarlo ni un instante. Flechazo total, y sin éxtasis por medio, o eso creo. Sin duda, amor a primera vista. Al rato de besuquearnos como adolescentes me dijo que tenía que cambiar el tema, que no me escapara, que no había terminado conmigo y corrió a la cabina. Mariposas en la tripa, una gota de agua helada por la espalda, una pluma acariciándome el cuello, tras las orejas… O me había enamorado o me habían metido droga en la copa.
El tipo a mis espaldas me agarró de la cintura y me susurró al oido que si tenía fuego “bombón”. Al girarme vi, en una fracción de segundo, y en cámara lenta:
1- a las zorras irrespetuosas marchándose por la puerta con cara de preocupación
2- a mi padre, mi querido padre, con cara de loco andando en mi dirección
3- al tipo que me había pedido fuego mirándome fijamente el canalillo con cara de baboso
4- a las zorras irrespetuosas desaparecer del todo por la puerta
5- a mi padre acercándose cada vez más y cada vez con más cara de loco
6- al tipo del fuego dejando caer una babilla del lado derecho de su labio inferior
7- a mi padre acercándose más y la gente a su alrededor asustándose por la navaja que lleva en la mano
8- la puerta del garito cerrándose del todo
9- a mi padre apuñalando al tipo del fuego
10- al tipo del fuego siendo apuñalado por mi padre.

Después fue todo desconcierto. Cundió el pánico y reinó el caos. Gente corría por todos lados, se tropezaban entre ellos mismos, se empujaban y gritaban por encima de Fast and furious, el último single en la calle de mi Max. Miré un segundo a la cabina y ahí estaba Max como un dios mirándolo todo desde los cielos, testigo de todo pero no comprendiendo nada. Si supiera la suerte que tuvo. Lo único que le salvó de mi padre fue que el espectáculo tenía que continuar. Le salvó su profesionalidad. Mi padre me cogió del brazo y me sacó a tirones del Heaven, mi mirada clavada en la de Maximilian que decía “se fuerte nena. Te salvaré, lo juro y estaremos juntos para siempre” o algo parecido en neerlandés.
Ya en la calle me zafé del fuerte agarre de mi padre. Le di una bofetada. Se me quedó mirando con una mirada de perplejidad. “Yo… Nena. Lo, lo siento. No pude evitarlo. Sus sucias manos sobre ti, el muy cerdo te miraba como si fueras un cacho carne…” me dijo mi querido y protector padre. Pero esta vez se había sido demasiado. Su proteccionismo se había pasado de la raya. Esta gota había colmado el vaso. Suficiente padre. “No vuelvas a hablarme en tu vida, no quiero verte ni una sola vez más. Aléjate de mí. Espero que te cojan y te pudras en la cárcel” le dije yo. Me había separado de mi sueño, de lo que más deseaba en este mundo, de mi Max.
Me marché corriendo, confundiéndome entre toda la asustada multitud que seguía tropezando, cayendo y chillando. No le volví a ver más. A mi padre me refiero.
A mi Max le volví a ver dos días después del suceso. La policía vino a mi casa y nos invitó a mi madre, a mis hermanas y a mí, deprimida con el corazón roto, a acompañarles a la comisaría por ser sospechosas de asesinato, unas de tantos. 537 sospechosos y sospechosas. “Estaba oscuro, no se podía distinguir bien a la gente” les había dicho un testigo que luego conoceríamos, “estaba drogado y no habría distinguido a un heavy de un skin-head” se dijo la policía. Y por ésta razón, el eficaz cuerpo de policía metropolitana formalizó 537 detenciones. Suavemente, quinientos treinta y siete. En la comisaría nos tomaron los datos, fotos, huellas digitales y nos ficharon. Mi madre y hermanas no pararon de saludar sonrientes y provocativas a clientes habituales esparcidos por todas las plantas de la comisaría por donde nos llevaron. No pararon de reír como quinceañeras, lanzar besos por los aires y pasarse la lengua por los labios como… bueno… putas. Qué vergüenza. Sentí como los agentes me miraban, como se excitaban con la novedad: la hermana modosita. Miradas del tipo “la próxima vez te follo a ti”. Un clásico.
Un testigo lo pudo ver todo. El asesinato. Estaba allí en la comisaría. Nos metieron en un cuartito blanco con mucha luz y un gran espejo en uno de sus paredes y nos dispusieron a todas frente a éste. El testigo, que había tenido una situación privilegiada en el momento del asesinato y lo había visto todo, llevaba toda la mañana haciendo ruedas de reconocimiento con prácticamente todas las personas que aquel día estuvieron bailando en la discoteca Heaven. Nos tocaba a nosotras. Ahí estábamos, de pie ante el espejo. Pasaron unos segundos. Mi madre, mi hermana, mi otra hermana y yo frente a mi madre, mi hermana, mi otra hermana y yo. Juntas en la comisaría por algo que había hecho papá. Si me preguntaran por una imagen familiar que nos describiese perfectamente, sin duda, esa sería.
Oímos unos fuertes golpes sobre el espejo que provenían del otro lado. El testigo,¿podía ser él? Mi corazón se disparó. Segundos después se abrió la puerta del cuartito y entró disparado mi Max y se abalanzó sobre mí. Me abrazó con fuerza y cuando sus labios tocaron los míos mi corazón se aceleró casi al punto del colapso coronario. Otra vez las mariposas… Pero nada me dio más placer que ver a mi querida familia, las zorras irrespetuosas, mirando con envidia. Envidia de la cochina.
Mi bonita vida.

Hola, me llamo Cindy. Vivo en Holanda en un caserón con piscina, jacuzzi y cuatro coches en el garaje. Mi madre es puta. Mi hermana es puta. Mi otra hermana es puta. Mi padre está en la cárcel. Chulo, maltratador y asesino. Y yo, podrida de pasta. Tengo más millones de los que podría gastar en dos o tres vidas. Y a un chulazo holandés, guapo, famoso y depilado hasta el ojo del culo.



D.G.F.

3 comentarios:

Sarasvāti dijo...

Bueno, bueno... jajajaja!!! hay momentos MUY buenos en tu relato, le daría la máxima puntuación al comienzo, que engancha muchisimo. Por la mitad, no me digas porque, cuando el padre apuñala al tío en la disco, perdí un poco el interes, tal vez son los juegos y uso de las palabras, no sé.
Pero está bastante bien, si señor!!! Felicidades

LonneR dijo...

jajaja rayos laser!!! jaja muy bueno Dave, por cierto soy Dani, si te pasas por mi antiguo blog lo entenderas todo.
Abrazacos desde el barrio!!

Unknown dijo...

...Es la versión moderna de la Cenicienta!!! jajajajaja
Buena idea!