sábado, 1 de agosto de 2009

Segundos infinitos



El olor se me tornaba insoportable a medida que el metro se iba llenando. Pensé en bajar, ni tan siquiera el olor del perfume en mi muñeca me calmaba. Arremangué un poco más el fino guante blanco que la cubría. Finalmente bajé, cinco paradas antes de mi estación. Me senté cercana a un chico que había en un banco. Me preguntó si estaba bien, pues seguía con mi huesuda muñeca presionada en la nariz. No le contesté. Tenía las facciones muy marcadas. Llevaba un pantalón ancho negro y una camiseta de un azul profundo. Él seguía mirando mi blanco rostro, con cara de asombro.
¿Te encuentras bien? insistió con sus ojos negros más abiertos.
Sí contesté dubitativa. Es ese maldito olor.
¿Qué olor?
El olor de la multitud. El olor de la humanidad.
Silencio. Quedaba un minuto para que llegase el próximo metro. Pasó lleno y, tras un suspiro, decidí esperar al siguiente. Me quité el abrigo. El chico a mi lado tampoco se movió. Tenía un block con aspecto de usado y un bolígrafo en su mano. Me pregunté para mis adentros varias veces que haría ahí, pero no tuve osadía suficiente para preguntarle. Finalmente él dijo, como si leyera mi pensamiento:
Me gusta el subterráneo para escribir. El silencio tras el estruendo, los mundos que salen, los que entran, la sensación de prisa y lentitud…
Pensé en preguntarle sobre qué escribía, pero no lo hice. Ambos permanecimos en silencio un rato; pasaron varios metros y multitud de personas. Él se reía al verme con la muñeca en mi nariz. Su risa me calmaba. Dije en voz alta que tenía que salir de ahí, que me faltaba el aire. Se ofreció acompañarme tras colgarse su mochila a la espalda. Me sacaba una cabeza, aunque eso no era muy difícil. Arnán. Mirada. Hèlen. Mi paso era acelerado y él me seguía bien, algo que sí era difícil, (la gente suele decirme que camino demasiado deprisa). Tras unas cuantas escaleras, llegamos a la superficie. Caminamos unos metros.
¿Quieres tomar algo aquí?
Observé el lugar. Desde fuera me gustaba. Era tranquilo. Había poca gente y luz tenue. Accedí con el gesto. Pasé detrás de él y al entrar le cogí por su delgado brazo para salir.
El olor le dije ante su cara interrogativa. Esa conjunción de rancio con tabaco e incienso barato y cargante.
Seguimos caminando por estrechas calles. Él había dicho: Tú eliges. Me detuve ante cinco bares, pero ninguno acabó de satisfacerme. Uno era demasiado sofisticado. El otro tenía una luz demasiado estridente… Al final se cansó y entramos en el primer bar que encontramos en nuestro camino. No era muy acogedor pero el olor era agradable. Nag champa. Pedimos un par de cervezas. Nos preguntamos todo ese tipo de cosas que se preguntan cuándo acabas de encontrarte con alguien:
Treinta años. Arquitecta. Vivo sola. Mi novio es francés, ahora está de vuelta en París.
Treinta y cuatro. Escribo y toco el bajo. En Barcelona desde hace dos meses.
¿Quieres otra cerveza?
Creo que no. No debería. Mi madre dice que en la moderación está el equilibrio. Es psiquiatra. De hecho, creo que debería irme…
Entonces se levantó y fue a buscarse una cerveza más para él. Yo seguía ahí. Sin saber por qué. Vi a través de su block un papel que sobresalía. Era un billete de viaje. Cuándo llegó y vio lo que observaba sacó el billete y me contó su viaje a Budapest, luego vino Praga, Polonia… Le detuve y pedí al camarero una cerveza. Él no paraba de hablar; las casas y las bicicletas holandesas, el desierto del Sinaí, Berlín. Me contó que cruzar Francia para llegar hasta Londres haciendo autostop le maravilló, que había un sinfín de pueblos encantadores, con pequeñas casas, ríos y puentes de piedra.
¿Por qué lo hueles todo? me dijo de repente.
Me sonrojé. Es… una vieja manía…Esto es todo lo que se me ocurrió. Y es que antes de tomar cualquier cosa (la botella de cerveza, el pañuelo para limpiar la boquilla, su billete de vuelo…) lo olí. No debía sorprenderme, pues, su observación.
Pagamos y salimos. Encontramos una pequeña plaza que no tenía árboles. Nos sentamos en uno de los bancos. Unos perros jugaban. Se lió un cigarrillo de marihuana. Yo nunca había fumado, pero me gustó el olor, así que, cuándo me lo pasó, después de pensarlo varias veces, lo tomé y fumé. Tosí durante un rato y luego, una risa me embriagó. Me sentía flotar, pero lo más importante, es que descansé de mi mente o algo así. Luego se puso filosófico. Me habló de su visión del mundo. Algo así como vivir en el jardín de las delicias, de Bosco. “Podemos cambiar el mundo desde la individualidad”, había leído aleatoriamente en una de sus páginas. Luego, de repente, me habló de su madre, una acróbata que murió en el escenario cuándo él era niño. No mencionó a su padre. Ni yo al mío. Nos miramos profundamente a los ojos durante unos segundos infinitos. Le dije que debía irme y, después de repetirlo tres veces, y pensarlo algunas más, me levanté, y empecé a caminar.
¿Me arrepentiré? pensaba mientras me giraba para volver.
Él sonreía.

2 comentarios:

Tama-Art dijo...

Hola como estas? me llamo Daniel de Medellín - Colombia. estoy haciendo un trabajo para la universidad, en ilustración y me gustaría hacer 6 ilustraciones con mi estilo de tu trabajo. todo esto es para un trabajo de modulo de diseño gráfico. si tienes tiempo y me quieres explicar bien tu trabajo y como te lo imaginas etc. me ayudaría mucho a expresarlo bien en la ilustración. trabajo con plastilina, así que espero tu respuesta a mi e-mail si tienes tiempo, para empezar lo antes posible. espero no ser mucha molestia, muchas gracias! danieltamayo@hotmail.com

Laura B. Lara dijo...

Hola Daniel!
Te he enviado algo a tu correo.
Mi dirección es: lau990@hotmail.com