jueves, 19 de junio de 2008

EL METRO NO TE LLEVA SIEMPRE DONDE QUIERES

Se define como anomalía toda irregularidad que nos muestra una falta de adecuación a lo que debe ser habitual. Los científicos utilizan la palabra cuando se refieren a un punto en el cual las leyes de la física no funcionan, o simplemente desaparecen y con ellas toda lógica que explique la realidad. Existe una probabilidad entre millones de que podamos coincidir en el tiempo y el espacio con una de ellas, pero ahí está en algún lugar.
Todas esas teorías eran absolutamente desconocidas para Anselmo Puertas. Él era un hombre sencillo y poco aficionado a la literatura o la ciencia; sus lecturas consistían en los periódicos deportivos y alguna revista de sociedad que ojeaba mientras esperaba en el dentista o en el barbero. Aquella mañana Anselmo iba con retraso ya que al salir de casa, justo cuando se encontraba en la puerta, una indisposición intestinal repentina le había obligado a retroceder y perder unos minutos en aliviar su organismo; precisamente aquella mañana que tenía que llegar a la oficina más puntual que de costumbre. Caminó presuroso hacia la entrada del metro y descendió por las escaleras ignorando al muchacho que, como cada mañana, le ofrecía el ADN, pasó por la canceladora de tarjetas y se lanzó hacia el andén ya que los pitidos del tren le avisaban de que o se apresuraba o lo perdía. Bajó a la carrera, saltando los escalones de tres en tres con grave peligro para su integridad física y para la del resto de los usuarios que se lo tomaban con bastante más calma. Corrió hacia la puerta más cercana del último vagón, que ya estaba a punto a cerrarse; con un postrer esfuerzo se impulsó con su pierna derecha y saltó hacia el hueco que iba haciéndose cada vez más pequeño. En aquella fracción de segundo se fijó en una mujer quien, de pie dentro del tren, lo miraba con interés, como apostando mentalmente si lo iba a lograr; el resto de los pasajeros simplemente le ignoraban. Fue entonces cuando sintió un golpe durísimo en la cara y en el pecho, cayó al suelo aturdido sin respiración y notó que un líquido pegajoso le nublaba la visión. Se pasó la mano por la cara y al mirarla comprobó que era sangre. Un hombre mayor se le acercó y le habló en una lengua que no entendió. Le miraba con cara de susto y gesticulaba mucho. Al poco rato ya eran cuatro o cinco personas las que le rodeaban hablando entre ellas y mirándole con aprensión, y él sin conseguir comprender nada. A medida que la consciencia iba abriéndose camino en su cerebro se percató de que estaba tumbado en la acera de una calle que ni reconocía ni recordaba, lo que contribuyó a aumentar aún más su confusión. Entonces, fue cuando notó que unas manos le ayudaban a incorporarse, lo que logró con cierta dificultad pues se sentía muy mareado. Tambaleándose, miró a su alrededor, no entendía nada ¿que hacía él allí? Ya de pie pudo observar todo lo que le rodeaba, pero hubo algo en especial que le llamó poderosamente la atención. Ante él, cubriendo gran parte de la pared que flanqueaba la acera, había un inmenso cartel publicitario y lo que en él vio le hizo desplomarse nuevamente al suelo. Ante sus ojos, ocupando todo el cartel, podía verse la foto de un vagón de metro lleno de pasajeros muy felices por viajar en aquel medio de transporte, pero había uno de ellos, en concreto una mujer quien, de pie ante una de las puertas a medio cerrar, parecía mirarle con una sonrisa.

Juan Solsona

5 comentarios:

Eloisa dijo...

Desconcertante, Juan. Divertido, rápido, y muy muy curioso. Tiene mucha chispa. Me gusta mucho.
Elo.

Sebastián Uribe Aguilar dijo...

Juan... gracias por jugar, por incluir a un lector inteligente y hacernos reír. Te devuelvo la frase "muy a tu estilo" :-)

Sarasvāti dijo...

Juan,
QUE BUENO!!!!!!!!
Me ha encantado y me he reído mucho.
Que humor tan inteligente

David Finch dijo...

Muy bueno juan.El primer parrafo es útil para mantener la atención del lector.El tema que has escogido me parece interesante.Mantienes un buen ritmo de principio a fin,muy fluido.Coincido con elo,sebas y carmen en lo de la chispa,sobre todo con la frase final.
tres bien joan.

Xavims dijo...

A mi este relato me gusta sobretodo por la frescura de la idea y la contraposición entre el inicio con la reflexión grandilocuente y el final de humor. Un relato bien cerrado.